La Talla ornamental en Madera | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
ROGELIO RIESGO | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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En la talla en madera, como en el resto de las actividades relacionadas con la ornamentación, surgen con frecuencia ocasiones en las que es preciso confrontar conocimientos que, a priori, pudieran considerarse alejados de la formación inicial. Tal es el caso de la Heráldica, tan estrechamente relacionada con las artes decorativas y que ocupa un importante espacio en la actividad ornamental. Para sus correctas reglas de aplicación, son necesarias unas sólidas bases y conocimientos, pues su interpretación y composición están ajustadas a criterios bien definidos. La Heráldica, es la ciencia de la composición, la lectura y descripción de los escudos de armas que ostentan familias o linajes, personas, ciudades y corporaciones. Sus comienzos fueron a fines del Siglo XI y su auge se sitúa entre los siglos XIII al XVI. A partir de esta época comienza a iniciarse un declive, que partiendo de nuevas costumbres, provoca una evolución en su uso y también en su estética. Esto, añadido a la práctica desordenada de ciertas normas, crea una especie de anarquía en el ámbito creativo que obedece más a exigencias de orden decorativo y a consideraciones sociológicas, que al respeto de sus reglas más elementales. Sus normas de aplicación se ven alteradas por excesos de tecnicismo e interpretaciones, que poco o nada tienen que ver con los moldes clásicos da la Heráldica. Afortunadamente, desde comienzos del Siglo XX, se hace patente una clara tendencia hacia la recuperación de formas clasicistas y a la supresión de interpretaciones extravagantes. Para tratar una materia tan vasta y compleja como la Heráldica y el blasón, dentro de la práctica de las actividades ornamentales, sin incurrir en errores de importancia, es imprescindible poseer un tratado o manual donde figuren claramente explicadas todas las normas que rigen en la composición, el diseño heráldico, así como la lectura y la descripción de los escudos.1 A título indicativo y sin profundizar en esta ciencia, se incluyen algunos de los principios y reglas que la rigen. A la hora de componer y ejecutar una obra, se impone la necesidad de aplicar con discernimiento los preceptos establecidos. Esmaltes o colores heráldicos Por esmaltes se denominan los colores heráldicos que identifican los escudos. Cualquier representación heráldica lleva los campos del escudo cubiertos con el correspondiente color. Los esmaltes o colores se componen de tres grupos que se denominan de la manera siguiente:
Armiños y Contraarmiños, Veros, Contraveros y Veros en palo, son las diferentes variantes de las formas de forros, que se describen en la lámina siguiente.
Las representaciones gráficas de los escudos en blanco y negro, así como el grabado, las tallas en piedra y en madera, etc… exentos de color, se rigen por una norma única de identificación. Esta, en forma de trama, fue diseñada en el año 1638 por el jesuita italiano Silvestre de la Pietra Santa y su aplicación sigue aún vigente en la actualidad. La grafía de estos colores en grabados y tallas sin policromía se simboliza de la manera siguiente:
Descripción de su lectura:
Formas del Escudo Las formas del escudo fueron variando a través de las épocas. La forma triangular parece ser la más primitiva y su línea fue evolucionando hacia formas rectangulares, redondeadas o puntiagudas en su parte inferior. Estas y otras variantes fueron adoptadas, entre otros países, por Inglaterra, Francia, Italia y Alemania, a las que hay que añadir otras formas caprichosas, que se pueden considerar como puramente ornamentales. Como norma fundamental para su construcción correcta, el escudo ha de tener una proporción de seis partes de alto por cinco de ancho.
Divisiones del Escudo Más tarde y para la representación de varias familias o linajes agrupados en el mismo escudo, fue necesario dividirlo en particiones, que llevan el nombre de cuarteles. Cada uno de estos cuarteles representa un escudo diferente, que también pueden significar linajes unidos por alianza familiar que después dieron un nuevo apellido. Cada uno de ellos se describe como si se tratase de un escudo individual. La ocupación de los cuarteles resultantes de la división del escudo, obedece a categorías jerárquicas u honoríficas. Al hacer una descripción detallada de un escudo, se deberá empezar siempre por el cantón diestro del jefe, siendo la banda superior la parte más preferente. Si se toma como ejemplo la ilustración, que representa un escudo dividido en nueve cuarteles, estos deberán ser descritos de la manera siguiente:
Estas nueve particiones de un escudo, como se ve, forman también bandas horizontales, verticales y en diagonal, ocupadas por las piezas y las figuras heráldicas. En este caso, se denominan así:
Piezas heráldicas Son los espacios creados en el escudo por un número ilimitado de combinaciones, cuya función es la de formar áreas o campos compuestos por líneas rectas, curvas, quebradas, onduladas, oblicuas, etc. que a menudo están ocupados por una figura. Cada una de estas composiciones tiene, evidentemente, una descripción diferente según sus esmaltes, metales, además de su posicionamiento y forma dentro de cada campo. Esta gran variedad de formas dio lugar a grandes confusiones en el momento de hacer la descripción de un escudo, lo que obligó a los heraldistas a la creación de un vocabulario especializado que permitiera la descripción clara y concisa de los escudos más complicados. Es de señalar que, cuando un escudo se encuentre en una posición inclinada, las líneas que simbolizan sus colores también siguen su eje y que para efectuar una descripción correcta de sus componentes, es preciso hacerla imaginándose detrás de él, como situando el escudo delante del pecho. Las divisiones del escudo, así como sus piezas, están sometidas a medidas y proporciones bien determinadas de composición, por lo que es necesario un tratado de diseño heráldico para su correcta aplicación.2
Figuras heráldicas Estas figuras, que también llevan el nombre de muebles, son las que verdaderamente ocupan el campo del escudo. Estas, están representadas por elementos naturales, como animales, vegetales, por creaciones fantásticas, artísticas y técnicas, corporaciones militares y religiosas, etc. Contrariamente a las piezas y particiones que dividen el escudo, estas no tocan el borde de este, aunque sí deben ocupar la mayor superficie de campo posible. Esto obedece a uno de los principios que regulan la Heráldica, llamado "la ley de la plenitud". Numerosas figuras heráldicas suelen tener un diseño estilizado; en el caso de los animales, sus miembros son deliberadamente exagerados, (cabeza, cola, pico, garras, etc.) los vegetales igualmente, sus flores, hojas y frutos no guardan las proporciones con sus troncos y sus ramas. Del mismo modo que las piezas llevan un color o esmalte distinto al campo, las figuras también son de diferente color que la pieza o campo sobre la que estén situadas; por ejemplo: un escudo donde figura un león; si el campo de este escudo es de azur, el león podrá ser de oro o de plata pero no podrá serlo de gules, sable, sinople o púrpura. Al revés de esto, si el campo es de oro, el león podrá ser de cualquier color salvo de plata. En términos heráldicos y para simplificar la lectura y descripción de un blasón, se aplica esta norma que dice: "Nunca se pondrá metal sobre metal, ni color sobre color…" Las láminas siguientes muestran variedades de las innumerables figuras que se pueden ver en algunos escudos.
Ornamentos exteriores del escudo Estos, comprenden las partes que rodean el escudo propiamente dicho y se componen esencialmente del yelmo, coronas, lambrequines, tenantes y soportes, cruces, divisas, etc. El Yelmo Este es sin duda el accesorio que con más frecuencia se encuentra asociado al escudo. Según su posición, de frente, terciado o de perfil hacia la izquierda o hacia la derecha, indica una jerarquía, como también la indica su metal y el número de rejillas de su visera. Es de notar que según algunos heraldistas, los cascos o yelmos mirando a la siniestra del escudo, (visto de frente, a la derecha) se consideran como un signo de bastardía.
La Corona En la Heráldica, las coronas no son sólo un atributo de reyes y emperadores, sino que todos los títulos nobiliarios, así como numerosas ciudades y corporaciones, timbraron sus escudos con ellas. Naturalmente, sus formas, diademas y florones, obedecen a un orden jerárquico por el que se identifican.
El Lambrequín Este adorno, cuya función inicial fue la de proteger el yelmo metálico de los rayos del sol, pasó más tarde a ser uno de los elementos decorativos más atrayentes de las composiciones heráldicas. Estas formas, que a su origen eran trozos de tela que con el uso quedaron hechos jirones, pasaron a ser el caprichoso decorado de hojas de acanto que desciende desde el yelmo hasta los laterales del escudo. Sus colores, verso y reverso, van necesariamente asociados a los esmaltes representados en el blasón.
Tenantes y Soportes Son las figuras que van situadas a los laterales del escudo y que parecen o simulan sostenerlo. Las figuras humanas llevan el nombre de tenantes. Las figuras de animales o seres quiméricos como grifos, dragones, etc. se denominan soportes.
Las Cruces En ocasiones también figuran como un adorno del escudo e indican una pertenencia o relación con una corporación religiosa u orden militar, como la de Calatrava, Alcántara, Santiago o Santo Sepulcro. Cuando forman parte de la composición exterior del escudo, suelen situarse detrás de este, asomando solamente los extremos de sus brazos. Son de citar también las condecoraciones que figuran en algunos escudos, como la Orden de Carlos III, y la Orden del Toisón de Oro, entre otras; las cuales van situadas normalmente alrededor del escudo.
Insignias Estas merecen una mención especial en lo que se refiere a las dignidades eclesiásticas. Existe una jerarquía establecida, que partiendo de las armas pontificias, (tiara y llaves) designa por sus símbolos y colores los rangos que los diferencian. Es característico el capelo con cordones y borlas que llevan alrededor de su escudo el resto de los dignatarios del la Iglesia:
Si estos proceden de una Orden, su emblema figurará entre el capelo y el escudo, y sus extremos sobresaldrán de las partes superior, inferior y laterales.
Divisas Estas, a modo de sentencias o dichos alusivos, van escritas en cintas o cartelas que se colocan debajo o combinadas alrededor del escudo. Como ejemplo, está la conocida divisa del escudo real inglés: "Honi soit qui mal y pense", y la de los Reyes Católicos: "Tanto monta…" A partir del siglo XVI, decae el buen uso de las reglas heráldicas y se alteran sus normas de aplicación. Al no existir prácticamente imposiciones, proliferaron divisas y otros ornamentos de conveniencia. La libertad de ejecución de los adornos exteriores del escudo, dio rienda suelta a toda clase de interpretaciones de fantasía. Esta decadencia, permitió más tarde halagar la egolatría y la vanidad de personas ajenas a la nobleza, al poder poseer "su escudo" personal.3 Las nociones de Heráldica contenidas en este capítulo, se podrán complementar ampliamente gracias a la extensa bibliografía publicada sobre esta materia. Estas nociones, sólo pretenden resumir el contenido de tan vasto tema, considerando la necesidad de abordarlo por su estrecha relación con la talla en madera y la ornamentación en general. NOTAS 1. La obra de Luis F. Messia de la Cerda y Pita, Heráldica Española, el diseño heráldico, contiene un completo y documentado tratado en esta materia. Véase el capítulo de Bibliografía.
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La Talla ornamental en Madera por Rogelio Riesgo Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||