ROGELIO RIESGO  
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En detalle: La hoja de acanto (Grecia y Roma)

Acanthus mollis

Desde la antigüedad, es conocida la existencia de la planta decorativa llamada acanto (Acanthus mollis). Crece y se propaga de un modo natural en toda la cuenca mediterránea, encontrándose también en parques y jardines botánicos de otras latitudes. Esta planta, vista en su ámbito natural, sorprende por su magnífico porte y sus abundantes y elegantes hojas, de un color verde intenso que configuran, a partir de un marcado nervio central, unas hermosas formas y contornos, creando una imagen muy llamativa en la que parecen adivinarse todas las posibilidades que más tarde ofrecería al arte ornamental. Los orígenes del empleo de la hoja de acanto y de su adaptación hacia ciertas formas de la ornamentación aplicada, no parece que se encuentren, en la actualidad, definitivamente establecidos.

Distintos historiadores sostienen diferentes versiones muy controvertidas sobre los primeros artistas que se inspiraron en ella y respecto a su datación. Por ello y haciendo honor a su celebridad, se muestra, entre estas teorías, como la más sugestiva, la que relata Vitruvio1 en su obra Los diez libros de la Arquitectura:

El tercer orden

“Sucedió que una muchacha de Corinto, ya con edad para contraer matrimonio, falleció a causa de una enfermedad. Después de sus exequias, su nodriza, que le tenía mucho cariño, recogió unas copas que le gustaban mucho a la muchacha cuando vivía y las puso todas juntas en un canastillo de mimbre, que llevó a su tumba; las colocó encima y con el fin de que se mantuvieran en buen estado durante mucho tiempo, las cubrió con unas tejas.

Casualmente colocó el canastillo sobre la raíz de un acanto. Con el tiempo, de las raíces del acanto brotaron unas hojas que, oprimidas por el peso, esparcieron en derredor sus pequeños tallos. Al llegar la primavera, sus tallos crecían en torno al canastillo y por los lados salían al exterior bajo el peso de las tejas, lo que obligó a que fueran formando unas curvaturas o volutas en sus extremos.

Calímaco2, un escultor famoso entre los atenienses, gracias a la exquisitez y primor de sus tallas en mármol, al pasar delante de este sepulcro observó el canastillo y la delicadeza de las hojas que crecían a su alrededor.

Quedó tan gratamente sorprendido por esta original forma de las hojas que levantó unas columnas en Corinto, en las cuales, imitando este modelo, ofrecido por la Naturaleza, fijó las bases y las proporciones del orden corintio”.

 

Capitel corintio.

 
 
 

A partir de esa época, (siglo IV a. de C.) las formas del dibujo de esta planta decorativa, evolucionaron y se ampliaron hacia nuevos motivos; con la creación de zarcillos, tallos y volutas, que se van incorporando en nuevos diseños que establecieron las bases de este ornamento vegetal, que ha persistido en el tiempo, permitiendo por su plasticidad y la particularidad de sus recortados contornos, tan perfectos, su integración como único y constante referente en el universo de las Artes Decorativas.

Zarcillo de acanto. Fragmento de un relieve griego.

Este fenómeno estético, ejerció una marcada influencia sobre los principios básicos de la Ornamentación que regirían, a su tiempo, como modelo de los fundamentos decorativos durante el período romano.

Aunque con una visión bien distinta de la noción del espacio, elementos tan transcendentales como la Arquitectura, la Escultura, la Ornamentación, la Urbanización, etc. del legado cultural de Grecia, nutrieron la capacidad creativa de nuevas generaciones de artistas de todos los géneros, que con sus novedosas teorías aplicadas a sus obras, impregnaron a través de siglos, la dilatada historia de la Civilización Romana.

Durante este largo período, la hoja de acanto, se utilizó de la manera más frecuente en los capiteles de estilo corintio adaptados a la ornamentación romana, en basas de columnas, frisos, además de diferentes bajorrelieves entre otros ornamentos, en los que se aprecia una clara armonización con las formas más básicas del estilo griego.

 

mmmGran capitel de mármol (Foro romano).

Fragmento de friso en alto relieve procedente de la Villa Aldobrandini. Roma.

Un estudio comparativo de estos dos estilos, mostraría esencialmente en sus obras ornamentales, un diseño de formas que, contrariamente a la elegante y sutil ligereza de las líneas decorativas del estilo griego, revelan, a pesar de su perfecto diseño, diferencias con los conjuntos ornamentales romanos en los que se aprecian composiciones más compactas y abigarradas que, insensiblemente, transmiten un sentimiento de plenitud, resultado de un objetivo ornamental, más notable y aparente en lo que concierne a las ramificaciones compuestas con zarcillos y hojas de acanto, que además muestra una variante de las formas griegas, con un perfil de corte más redondeado, así como unos volúmenes más abultados. Considerando que en una sucesión de civilizaciones y con siglos de transición, intervienen factores generacionales y culturales que, evolucionan naturalmente, la paridad de estos estilos se reduce hacia una noción de conceptos estéticos.

Esta deriva de la visión estética de las formas decorativas y la interpretación de las líneas del ornamento aplicado, se hizo extensiva a la generalidad de sus dominios y a los siglos de implantación, que marcaron de manera intemporal su huella cultural, al conjunto de los pueblos que fueron invadidos. Las Bellas Artes de esa época extendieron su influencia durante siglos, aunque estilos como el Bizantino y el Visigótico, que adoptaron bajo su influjo la hoja de acanto como vegetal en sus capiteles, frisos y otras formas en elementos de la Arquitectura y la Ornamentación, conservaron, sin embargo, bien sea por creencia religiosas, por sus diferencias geográficas o por un arraigado acervo cultural, la manifestación de una identidad propia, como lo demuestran sus arcaizantes formas, que no parecen haber adoptado las líneas clásicas del Arte Romano. Este fenómeno, que se podría denominar como una resistencia a las normas del clasicismo, se prolongó más tarde con los diferentes estilos del Arte Islámico, así como el Prerrománico y el Románico, si bien muestran evidencias de la adaptación de este motivo vegetal, en numerosas obras decorativas y en la composición de ornamentos arquitectónicos.

Es una realidad extraordinariamente significativa la huella imperecedera que el acanto ha legado a una gran diversidad de culturas. Desde hace milenios se suceden las interpretaciones, fruto de geniales inspiraciones de grandes artistas, de este vegetal que resurge para brotar de nuevo de la misma raíz.

1. Marco Vitruvio Polión fue un arquitecto, escritor, ingeniero y tratadista romano del siglo I a. C.

2. Calímaco fue un escultor, orfebre y pintor ateniense de alrededor de 432 a 408 a. C.

Fragmento de friso en mármol (Villa Borghese, Roma).
 
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